Llueve.
No para de llover.
Estás sentada, viendo las horas pasar, viendo la gente hablar y hablar, viéndolos pasar.
Gotas cayendo sobre tu cara, el día tan nublado y gris que te recuerda el pasado desgarrador. Ya estás harta, ya no quieres más, intentas convencerte que el amor no existe, el amor no está comprobado.
Llegaste a un punto en el que de entre tus recuerdos te asomaste un poquito más.....
Y lo viste. Lo viste pasar.
Sus cabellos castaños oscuros, su caminar firme y decidido, una mirada tierna, incluso sexy, un misterio. Tú, desde lejos lo veías. Sonreías a tus adentros, tu corazón se ruborizaba.
Mientras lo veías pasar, sentías ese beso, imaginabas sus brazos alrededor tuyo y los tuyos envolviéndolo. Sentías su amor, sentías que con un solo mirarte a los ojos, sentías esa tierna y fuerte conexión. Y de la nada.... "te amo". Tú correspondías su amor.
Pero tu mente llegaba al mismo punto: "No te volteará a ver. No está interesado en tí".
Y así lo afirmaban tus ojos. Se iba de aquí a allá, de allá a acá, de acá a ahí, de ahí a más allá, entre las personas... Y sin haberte notado siquiera.
Tu capricho te llevó a sentarte a otro lugar, en una cabaña sola, absorta en miles de pensamientos.
"Nunca serás nada más, solo eres alguien más y ya, quizá ya tiene a alguien. De nada sirve, sólo seré una más como siempre..."
Una gota cae de tu mejilla izquierda. Quizás esté ilusionándome demasiado, te dices. Quizás estoy mal, quizás el amor no existe, quizás esté precipitándome, quizás, quizás...
Recostada en el sillón, despiertas. Volteas a ver a la transparente ventana; el cielo se había aclarado.
"Tal vez habrían pasado horas", piensas. En ese mismo instante oyes que una puerta se abre y volteas a ver quién entra.
Él.
Están concientes totalmente que ambos se hipnotizan con la mirada. Él había entrado de casualidad a recoger una pertenencia suya.
Y había vuelto la mirada a ti.
"¿Qué hago, qué le digo, cómo reacciono?"
- ¿Buena siesta? - Pregunta él, con sus ojos de ternura.
-
Sí, al parecer. - Respondes. -
Estaba muy cansada, aunque no hice nada. Todos se divierten afuera y no hay espacio para mí.
Sonríen, te contagia la alegría y resplandece tu sonrisa. Él lo nota.
Conexión. Química. Magia.
Sabes que todo es paso a paso, así que lo dejas ir, piensas que tal vez no fue nada, que todo acabó ahí. Pero para tu sorpresa, apenas acababa de empezar la aventura...